Cada año lo mismo. En teoría, los Premios Goya deberían ser una gala para celebrar el cine español, pero hablan de todo menos de cine. Que si política, que si discursos moralistas, que si lecciones de vida… Vamos, que al final parece un mitin con alfombra roja.
Los actores y directores no pueden recoger un premio sin soltar su reivindicación del momento. Que si el cambio climático, que si el feminismo, que si la guerra, que si los derechos de no sé quién… y muchos ni siquiera han estrenado película este año. Da igual, lo importante es aprovechar los focos para soltar la perorata.
Eso sí, para unas cosas están muy reivindicativos, pero para otras… callados como putas. Ahí tienes el caso de Karla Sofía Gascón. Hace unos meses la vendían como la nueva Greta Garbo y ahora, por unos tuits antiguos, la han borrado del mapa. Primero te elevan, luego te cancelan, y al final te invisibilizan. ¿Dónde están ahora los que siempre hablan de inclusión y diversidad? Ni una palabra. Mucho postureo, pero cuando toca mojarse de verdad, silencio absoluto.
Y mientras tanto, ¿qué pasa con el cine español? No hay discursos sobre por qué cada vez menos gente va a las salas. No se habla de por qué las series españolas triunfan en Netflix, pero las películas no las ve ni el tato. Ni una palabra sobre si la calidad del cine tiene algo que ver, si las historias enganchan o si el público simplemente ha pasado página. No, mejor soltar un discurso fácil y quedar bien con la parroquia.
Y luego se preguntan por qué cada año los ve menos gente. A lo mejor es porque estamos hasta el gorro de que nos sermoneen.
En fin, otro año más, otra gala infumable. Toy quemao… de los Goya. 🎬🔥